Tuesday 27 September 2011

Un breve recorrido por Murakami

Todo empezó cuando cayó en mis manos el suplemento cultural del periódico ABC el pasado 9 de julio. Traía un especial dedicado a la novela japonesa reciente. Leí el pequeño artículo con atención. Simplemente se hacía mención de una serie de autores modernos, con representaciones someras de temas en sus novelas. Pero fue suficiente para despertar mi aletargada curiosidad respecto a la literatura de este país.

¿Por qué diablos no había leído todavía ninguna novela japonesa? Decidí que no había motivo para no intentar solucionar esto. Obviamente, sabía que el autor más renombrado en tiempos recentes era Haruki Murakami. Hasta ahí llegaba. Me dirigí a consultar el catálogo online de mi biblioteca y para mi grata satisfacción vi que disponían de una variada selección de libros firmados por este autor. Casi todos en traducciones al español editadas por Tusquets. Alguien me sugirió comenzar por Kafka en la orilla.

Unas semanas más tarde he devorado todos los libros de Murakami que encontré, incluyendo seis novelas, un ensayo de no-ficción y un libro de relatos. Sólo uno de ellos lo leí en inglés: A Wild Sheep Chase. A decir verdad, me ha encnatado la musicalidad y belleza de Murakami en español, especialmente en las traducciones tan poéticas de Lourdes Porta.

No tenía ni idea de lo que me iba a encontrar. Así es como me gusta abordar a un nuevo autor, sin conocimientos previos y por lo tanto sin prejuicios. Pero algo debe de haberme atraído de una manera especial, porque he sentido la necesidad de leer uno tras otro todos sus libros a mi alcance, y es la primera vez que me pasa esto. Habitualmente, yo he sido dada a saltar arbitrariamente de una novela a otra, sin necesidad de que estuviesen relacionadas entre sí especialmente, de un autor a otro.

Lo que no sé es si me he sentido hipnotizada por Murakami mismo, en cuanto autor, o por el hecho de que estas novelas sean japonesas. ¿Tendrán otras novelas japonesas el mismo atractivo para mí? He de descubrirlo, y por eso voy a empezar a leer a Kyoichi Katayama a partir de mañana.

En Kafka en la orilla me encontré con un tema perenne en Murakami: la correlación entre mundos distintos. Dos personas se aman profundamente, pero están condenadas a no coincidir en el mismo mundo. El amor es solamente un aspecto del ansia detectivesca que empuja a los personajes de Murakami a investigar la realidad hasta las últimas consecuencias. La curiosidad por conocer 'el todo,' de qué está hecho el mundo, cómo se configura ese todo existencial en el que nos movemos... es más fuerte sobre la psicología de los personajes que cualquier consideración por su seguridad personal.

Por tanto las agitadas peripecias en las novelas de Murakami se articulan en torno a viajes de búsqueda. Se trata de descifrar las realidades psíquicas y físicas de nuestro entorno, y, durante este proceso, el personaje, el desenmarañador de fragmentos de lo real, pretende al mismo tiempo llenar un vacío interior, bien sea a través del amor, la amistad o el sexo.

A pesar de la gran valentía que demuestran en sus aventuras geo-paranormales, estos personajes no son héroes curtidos, al estilo de Indiana Jones. En cambio, son 'mariposas que aletean en el borde del mundo,' en un borde entre mundos, como Kafka Tamura o como Aomame y Tengo en 1Q84. Están caracterizados por su humanidad, su fragilidad.. hay una sencilla belleza en todas sus rutinas. Son seres bellos y frágiles, encerrados en bibliotecas situadas en el borde del mundo. Y no sienten miedo ante los cambios y mutaciones que descubren en su entorno.

Algunos de estos mundos al borde de su consumación en ocasiones reflejan paisajes subyugantemente reminiscentes de la sociedad descrita por Thomas Mann en su novela La montaña mágica. Tal es el caso del sanatorio en Tokio Blues. Norwegian Wood: 'El problema de esta institución es que una vez dentro ya no quieres salir.' O el Fin del Mundo en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas.

En After Dark y en Tokio Blues. Norwegian Wood aparece otro tema importante en Murakami y que desarrolló plenamente en De qué hablo cuando hablo de correr. Es el tema de la superación personal, del esfuerzo. El esfuerzo es 'hacer lo que te gusta.' El trabajo es cualquier otra actividad. En este librito de no-ficción Murakami cuenta cómo se formó a sí mismo como novelista al tiempo que desarrollaba su hobby como corredor. El ejercicio físico todas las mañanas temprano es una metáfora de lo que él quiere lograr en el plano estético: llegar a algún sitio a base de 'sangre, sudor y lágrimas.' 'Lo importante es ir superándote, aunque sólo sea un poco, con respecto al día anterior.' El escritor según Murakami es alguien que debe vivir una vida muy regular, poco social, y a quien no debe importar pasar bastantes horas en soledad. Es un interesante volumen, en el que la escritura se compara con el arduo ejercicio físico.

Los protagonistas de Murakami tienen una relación indecisa con la paranoia. Les lleva tiempo llegar a comprender que ellos mismos son parte central del engranaje por el que el mundo muta. A veces se sienten vulnerables. ¿Son las relacciones sexuales una estrategia para apoderarse de sus almas?

En el caso de 1Q84, la profunda atracción entre Tengo y Aomame durante veinte años en que han estado separados les ha convertido en 'configuradores del nuevo mundo.' Pero, ¿será Tengo capaz de reinventar el mundo de 1Q84 manteniendo el necesario equilibrio entre el bien y el mal? ¿Quién representa el bien y quién el mal? ¿Por qué le cuesta tanto equilibrarlos y decidirse?

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