Monday 25 June 2012

Entre la legitimidad y la magia





Me parece muy positivo que una autora de novela histórica sea número uno en ventas y goce de tanta popularidad, en el mundo anglosajón al menos. Recibe críticas tan feroces como exaltados elogios por parte de sus lectores, sin dejar a nadie indiferente. Pero no se deja de percibir un cierto desdén a su trabajo por parte de los críticos de prensa. La página web de The Guardian, por ejemplo, no incluye ninguna crítica de ninguna de sus muchas y exitosas novelas. En mi opinión esto no es más que un signo de afectación y elitismo. Todos hemos encontrado alguna crítica excesivamente complaciente de alguno de esos autores revelación cuya estrella dura dos primaveras. ¿Por qué esa resistencia a las novelas de Philippa Gregory?

Philippa Gregory escribe con gran sencillez y hace los entresijos de la historia accesibles a miles de lectores, pero aunque sus novelas carezcan de pretensiones literarias más allá de la pura intención de novelar, entretener, instruir en un período histórico - las cuales son todas intenciones loables - no dejan de también gozar de virtudes inspiradas por su ágil pluma: la fuerza en la creación de las personalidades de los personajes - todos ellos personajes históricos que resultan creíbles, incluso tremendamente reconocibles, en su caracterización - la agilidad en la narrativa, el sabio uso de la perspectiva - especialmente en lo que se refiere a la serie sobre las Guerras de las Rosas (Cousins' War Series) - en la que afrontamos unos mismos hechos desde los puntos de vista de diferentes mujeres que estuvieron inmersas en los mismos. Al fin y al cabo se trata de acercar a la gente a la historia desde la imaginación, con licencias creativas necesarias en el acto de novelar, pero sin perder un ápice de la sensación de realidad de un tiempo, unas historias que ocurrieron, unos personajes.

Si a usted le parece que ya conoce mucha historia y que estas novelas no le van a enseñar nada nuevo, cómpreselas a sus hijos adolescentes. Ojalá cada guerra, cada mujer asociada a una casa real o a un conflicto dinástico, contase con su Philippa Gregory. Es historiografía imaginativa, desde el punto de vista de la mujer, pero que no tiene por qué desagradar a los lectores masculinos.

Esta, la tercera novela en la serie de las Guerras de las Rosas, se detiene en la poco conocida vida de Jacquetta de Luxemburgo, cuyo padre, el conde de Luxemburgo, estaba asociado al Duque de Borgoña. Entre los antepasados de esta casa dice la leyenda se encuentra Melusina, diosa de los ríos, y las mujeres nacidas en esta familia se cree están en posesión de poderes sobrenaturales. Jacquetta sería la madre de Elizabeth Woodville, futura reina de Inglaterra por su matrimonio con Edward IV, cuya historia es contada en The White Queen. En esta novela nos retrotraemos al mismo origen de las Guerras de las Rosas, que se iniciaron con Jacquetta como principal dama de la polémica reina Margaret de Anjou, que su hija Elizabeth Woodville viviría en su plenitud y a las que su nieta Elizabeth de York traería a la conclusión mediante su matrimonio con Henry Tudor, heredero de Lancaster.

Entre otros trucos y sortilegios, Jacquetta es dada a utilizar las cartas del tarot. La carta de la rueda de la fortuna marca el destino de la joven Juana de Arco, con la que Jacquetta convive en el castillo de Beaurevoir en 1430. Pero el significado de esta carta que marcará a la heroína francesa, además se va a ir materializando también como una clave para descifrar el complejo destino de la reina Margaret de Anjou, que se va a convertir en la mejor amiga de Jacquetta una vez que ésta se traslade a Inglaterra y quede asociada a la corte inglesa como duquesa viuda de John, el duque de Bedford, quien la inició en la alquimia.

Era éste un tiempo en el que las sospechas de la práctica de la brujería, sobre todo en el contexto de las intrigas cortesanas, podían hacer acabar a los supuestos conjuradores en la hoguera, tal y como ocurrió con Roger Bolingbroke y la la llamada 'With of Eye,' Margerie Jourdemayne, quien inicia a Jacquetta en el herbalismo plantando un jardín de hierbas de acuerdo con los signos del zodiaco en su jardín de Penshurst. Admira en el personaje de Jacquetta que pese a sus poderes - es capaz de ver visiones en el reflejo de determinados espejos - y su afición a la magia y su cercanía a una corte salpicada por el escándalos y la agitación, situación que terminaría por dar origen a las Guerras de las Rosas, ella sin embargo jamás sufriese ningún tipo de persecución por brujería. No fue el caso de la bella Eleanor Cobham, la esposa de Humprhey, el ilustrado duque de Gloucester, hermano del duque de Bedford, ambos tíos del joven rey Henry VI, quien hubo de sufrir la separación de su marido para ser encerrada en un lejano castillo hasta su muerte, tras confesar haber practicado magia con Margerie de Jourdemayne y utilizado horóscopos.

La joven Margaret de Anjou da pruebas de ser una joven reina pasional y ambiciosa, y no comprende el significado filosófico de la indiferencia hacia el destino. Ella sólo quiere subir en la rueda de la fortuna y nunca caer. Sin embargo durante el curso de su reinado experimentará los vaivenes de una fortuna que jamás se mantendrá estable. ¿Estamos sometidos simplemente a una fortuna caprichosa o somos hacedores de nuestro propio destino mediante nuestas acertadas o equivocadas elecciones? Philippa Gregory juega con las dos teorías, pues, aunque el símbolo de la rueda de la fortuna marca la novela, no deja de introducir inteligentes apreciaciones, por medio de la consciencia vigilante de la propia Jacquetta, sobre si determinadas acciones por parte de la pareja real han sido o no de provecho para la gobernación del país.

Precisamente esta controversia sobre el modo de reinar de la pareja formada por el débil y enfermizo Henry VI y la temperamental Margaret de Anjou es lo que dará origen a la rebelión orquestrada por parte de la Casa de York que inicia su patriarca Richard, Duke of York. ¿Conseguirán Richard York y sus herederos usurpar el poder de un rey y una reina que gobiernan de modo caprichoso, dejándose guiar por un reducido número de favoritos y cada vez más alejados de los clamores del pueblo y de parte de su propia nobleza? ¿Qué parte tiene la predilección de Margaret por Edmund Beaufort, el duque de Somerset, en la extraña enfermedad que de pronto aqueja al rey? ¿Qué misterioso destino es anunciado para Elizabeth Woodville, la hija de Jaquetta, en el espejo? Estos son algunos de los interrogantes que se plantea el lector a medida que progresa en la lectura de esta novela que representa la manera en la que el destino de la monarquía de Inglaterra se fraguó entre caminos polvorientos, cielos grises y misteriosas hierbas con especiales propiedades.

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